sábado, 10 de junio de 2017

A MODO DE SÍNTESIS

A modo de síntesis

Rara es la obra, si se trata de una publicación sobre investigación educativa de menos de quince años, que no incluya algún cuadro síntesis sobre las características, descriptores sobre los distintos paradigmas, sea esta con finalidad didáctica, comparativa o de divulgación, por ello no vamos a repetirnos.

Tampoco entraremos por ahora en las características metodológicas propiamente dichas, tanto en los parámetros de análisis como en las características para cada uno de los paradigmas, teniendo en cuenta las referencias anteriormente comentadas.

El debate epistemológico no es nuevo, ni se produce sólo en nuestro entorno y en nuestras disciplinas. Ha de pensarse que la educación no es una disciplina con un método, como es la matemática o la física con la lógica demostrativa formal o el método científico, sino que es un campo de trabajo en el que inciden la Psicología, la Antropología, la Sociología o la Economía, la Didáctica o la Organización Escolar, etc. cada una con sus planteamientos e intereses; lo cual hace pensar que cada uno de los supuestos previos de cada una de las ciencias es diferente y también los de sus respectivos investigadores. Por tanto los problemas pueden tener distintas soluciones.

Como decía Khun cada investigador es producto de su propia formación y de los principios de “su ciencia”, de su paradigma, con lo cual su posicionamiento y manera de manifestarlo, es debido, tanto o más, a sus características psicológicas que sustentado en razones y convicciones intelectuales. En consecuencia el investigador serio y riguroso debe poseer la actitud de respeto a la inteligencia y competencia de otros investigadores y no caer en la beligerancia o en el descrédito de todo y de quienes no participan de sus propias convicciones. No ha de olvidarse que el investigador, y más en Ciencias Sociales, es un elemento, una variable, o una circunstancia que afecta al objeto investigado o evaluado.

Ya Bartolomé (1992) nos presentaba la cuestión en los siguientes términos: “no se vislumbra, al menos por ahora, la existencia de un solo paradigma, ni siguiera, circunscribiéndonos a la metodología cualitativa; mas bien reconocemos un pluralismo de enfoques que son consecuencia, no tanto de las estrategias utilizadas para acercarse a la realidad (que son muy similares) ni de la concepción del objeto de estudio (en estos autores la realidad aparece como construida y tiende a abordarse desde una perspectiva holística) sino de la finalidad de la investigación (comprender; construir una teoría, establecer relaciones consistentes; transformar la práctica, valorar un proceso) de los niveles de identificación entre investigador, investigados e informantes clave, de los criterios de cientificidad que se utilizan de las tradiciones disciplinares, ideológicas o de grupos de científicos que las sustentan”.

Veinte años más tarde, la situación parece haberse clarificado algo, al menos respecto al enfrentamiento, competitividad, exclusividad científica o lucha paradigmática.

 “Una vigorosa actividad investigadora o, por emplear un término menos pretencioso, una investigación sobre la enseñanza y el aprendizaje, agudiza la reflexión, orienta la atención hacia las cuestiones importantes, aclara los problemas, estimula el debate y el intercambio de opiniones y profundiza así el entendimiento, impide la calcificación del pensamiento, promueve la flexibilidad y la adaptación ante unas exigencias cambiantes. La investigación de este tipo aspira a incrementar la capacidad de resolución de problemas del sistema de educación más que a proporcionar respuestas definitivas a los interrogantes o pruebas objetivas que zanjen controversias” (Dockrell y Hamilton, 1983).

A lo cual podría añadirse, en este momento del discurso, que la investigación educativa debería actuar bajo esa directriz, independientemente del paradigma bajo el que se actúe; lo cual no significa ignorarlos, pero tampoco reverenciarlos. La educación tiene muchos problemas de muy diversa índole, con lo cual cualquier enfoque investigador puede adecuarse, tener cabida y, desde su óptica y desde su utilidad y desde su aplicabilidad puede ser legítimo su enfoque; la realidad educativa es tan múltiple, polifacética y diversa, que cada uno en su ámbito, el más próximo, el más afín, o el más adecuado tiene grandes posibilidades. Es un problema de coherencia.

Coherencia entre finalidad de la investigación, propósitos de la misma (objetivos, hipótesis, intencionalidad), el ámbito de aplicación (objeto de estudio y utilidad posterior) y técnicas, instrumentos, procesos y medios disponibles (metodología).

El posicionamiento actual gira alrededor de tres argumentaciones o “creencias” que han sido presentadas, analizadas, comentadas o resumidas, desde el punto de vista de la investigación educativa.

viernes, 9 de junio de 2017

EL PARADIGMA CRÍTICO

El paradigma crítico.

Esta tercera postura o cosmovisión del mundo, y de la ciencia social en particular, tiene una concepción distinta de los anteriores. Se considera como una estrategia que el hombre se ha dado a sí mismo para no sólo describir, explicar, predecir (positivistas) interpretar y comprender (hermenéuticos) sino también para actuar y transformar ese mundo en aras de hacer al hombre y a su mundo más justo y libre.

El paradigma crítico en investigación educativa nace de las aportaciones de la teoría social crítica que reclama una forma de entender el mundo social de forma distinta a como lo afronta la concepción tradicional, racionalista y positivista. Los fenómenos sociales no pueden ser tratados de la misma forma que los hechos físicos

Habermas traslada a lo largo de sus obras la idea de generar una ciencia social crítica que pudiera situarse entre la filosofía y la ciencia, ya que esta sólo ofrece un tipo de conocimiento entre otros posibles, recuérdese “los intereses constitutivos de los saberes” y no admite que la ciencia “tradicional” sea capaz de definir las normas bajo las cuales ha de regirse la investigación y decidir cuáles considera o no científicos este esos distintos tipos de saberes. Los conocimientos sociales no deben ser juzgados y valorados según los principios de una epistemología trufada de positivismo.

Esto es más imprescindible si cabe en educación que en psicología, sociología u otras ciencias sociales, ya que el enfoque científico ha de poder y saber responder a preguntas sobre los valores y los objetivos educativos prácticos. La teoría social crítica y la teoría crítica de la enseñanza y por tanto la investigación educativa no está exenta de valores, ya que pretende cambiar, transformar la sociedad proponiendo valores de justicia, emancipación, democracia; por tanto ni la ciencia, ni la investigación, ni el investigador son neutrales. “...Es preferible introducir la ideología de manera explícita en los procesos de adquisición del conocimiento, puesto que considerar que estos procesos están libres de sesgos sólo refleja niveles de inconsciencia por parte del investigador” (De Miguel, 1988: 70).

Su propósito no sólo es entender situaciones y fenómenos sino también cambiarlos. Por esto, la ciencia social crítica pretende aunar la interpretación de los hechos (interpretación y comprensión) con la explicación causal de los mismos (positivismo) pero yendo más allá, ya que lo que pretende no es fijar científicamente esas causas, esos orígenes, sino cambiarlos, con la pretensión de eliminar las condiciones que distorsionan el auténtico entendimiento no “contaminado” por la estaticidad y el determinismo, por un lado y la mera contemplación por otro.

El conocimiento se genera a partir de tres tipos de intereses cognitivos: la predicción y el control, que dan respuestas a intereses técnicos; la comprensión y la interpretación, que facilitan los intereses prácticos; y la emancipación y la libertad, para responder a intereses emancipatorios. Además Habermas, a partir de ellos, realiza una segunda conceptualización ligada a los tres paradigmas de investigación. El diagrama siguiente de Carr y Kemmis(1988: 149) sintetiza todas estas relaciones:


El interés emancipatorio engloba a los dos anteriores a la vez que los necesita, pero va más allá ya que se encamina a la acción, no sólo a la explicación o la comprensión. Dicha acción se concreta en la reflexión y en la concepción dialéctica y deliberativa de la ciencia que conjuntamente pretenden operativizar las funciones de la teoría social crítica educativa y de esta forma relacionar lo teórico con lo práctico.
Las repercusiones de la teoría social crítica en educación son muy interesantes e importantes desde el punto de vista educativo en general y para la investigación educativa en particular, porque le permiten preguntar, conocer y actuar sobre una gran cantidad de cuestiones significativas y para las que puede aportar soluciones prácticas y contextualizadas que no pueden aportar otros enfoques.

Las críticas a este paradigma provienen fundamentalmente de sus antagonistas, esto es, de los positivistas, ya que estos les tildan a sus seguidores de ser los continuadores de los interpretativos y hermenéuticos; por tanto, parten de los mismos errores básicos: la falta de objetividad, la incapacidad para aplicar la generalización, el lugar de la investigación como interviniente en los fenómenos que analiza.

jueves, 8 de junio de 2017

HACIA UNA NUEVA CAPACITACIÓN LABORAL

HACIA UNA NUEVA CAPACITACIÓN LABORAL

A lo largo de una serie de entradas dejamos anotada nuestra preocupación por la formación laboral ante el cambiante mundo de las demandas de productos y de transformación de la producción.

No ha sido dado a conocer un estudio de Pew Research Center que resume l futuro de la capacitación laboral señalando las ESPERANZAS Y PREOCUPACIONES tomando en consideración las exigencias de la era tecnológica, SOn éstas:

Esperanzas:

1-    El ecosistema de capacitación evolucionará, con innovación en todos los formatos educativos. Más sistemas de aprendizaje migrarán a la web; los cursos en línea obtendrán un gran impulso de la realidad virtual, realidad aumentada e inteligencia artificial; y las universidades se diversificarán y diferenciarán.

2-    Los estudiantes cultivarán las habilidades del siglo XXI. La inteligencia emocional, curiosidad, creatividad, adaptabilidad, resiliencia y pensamiento crítico serán las habilidades más valoradas.

3-    Surgirán nuevos sistemas de credencialización. Los títulos universitarios mantendrán su validez en 2026, pero más empresas aceptarán sistemas alternativos de acreditación.
Preocupaciones:

4-    Los sistemas de capacitación y aprendizaje no cubrirán las necesidades del siglo XXI para 2026. Los sistemas de educación no estarán a la altura de las necesidades de capacitación. Algunas personas serán incapaces o estarán desinteresadas en el aprendizaje autodirigido.

5-    Las fuerzas tecnológicas cambiarán fundamentalmente el trabajo y el panorama económico. Habrá millones de personas más y una cantidad menor de empleos en el futuro. El capitalismo estará en problemas.
El lado positivo es que la mayoría de los expertos consideran que individuos e instituciones ya se han dado cuenta del riesgo de la automatización, lo que los llevará a tomar cartas en el asunto.

"Los educadores siempre han encontrado nuevas formas de formar a la próxima generación de estudiantes para los trabajos del futuro, y esta generación no será diferente", señala Justin Reich, director del Teaching Systems Lab, del MIT.

Pero otros consideran que las instituciones humanas: gobierno, empresas, instituciones educativas, no se están adaptando eficientemente.


"El contenido educativo no se está adaptando tan rápido. Tenemos instituciones tradicionales que ven al aprendizaje como un modelo de oferta antes que uno de demanda que crearía estudiantes proactivos y autodirigidos ", observa Pamela Rutledge, directora del Media Psychology Research Center.

miércoles, 7 de junio de 2017

EL PARADIGMA INTERPRETATIVO (Cont.)

EL PARADIGMA INTERPRETATIVO (Cont.)

Desde el punto de vista metodológico y siguiendo a Taylor y Bogdan (1986) trasladamos la siguiente síntesis:


  • Es inductiva ya que se parte de recoger datos sobre una determinada realidad a partir de los cuales se desarrollan conceptualizaciones para comprender el fenómeno, no para validar modelos, hipótesis o teorías preconcebidas.

  • El estudio se realiza con perspectiva holística, si se prefiere con una doble explicación: por una parte, ningún aspecto de la vida social es demasiado frívolo o trivial como para dejar de ser estudiado, todas las personas y situaciones poseen interés; y por otra, cuanto acontece es entendido como un todo, no es reducido a unas cuantas variables.
  • Se considera que tanto la metodología como el investigador poseen efectos sensibilizadores sobre lo que se investiga y sobre el investigador. Se debe acceder al campo de forma natural y no agresiva. Tanto uno como otra deber ejercer la menor influencia posible sobre los observado. 
  • El investigador debe ‘suspender’ sus propias creencias, perspectivas y predisposiciones para poder entender, respetar, ver las cosas como si ocurrieran por primera vez y aprender a sentir dicha realidad como quienes la están viviendo. 
  • La investigación interpretativa se preocupa más por la validez que por la fiabilidad en tanto que estabilidad de los datos y réplica de los mismos. Su énfasis está puesto en conseguir que los resultados de la investigación reflejen lo sucedido, lo sentido, lo percibido por los agentes en ese momento y sea válido para ellos en la comprensión de su mundo y de ellos mismos. 

La aplicación de este paradigma en el mundo educativo es manifiesto sobre todo cuando el objeto de estudio está circunscrito a unos ámbitos determinados, no demasiado extensos tanto en tiempo, como en espacio o en cuanto al número de personas involucradas. El ámbito institucional e insterinstitucional y el mundo del aula serían los más idóneos, ya que la finalidad del planteamiento paradigmático no es la generalización, ni la uniformidad de pensamiento, ni la búsqueda de la normatividad. Es una apuesta por un mejor conocimiento e interpretación de cuanto nos rodea en nuestras relaciones sociales, y la relación educativa es una de ellas y, desde el punto de vista evaluativo, después obrar en consecuencia, tomar decisiones. En este sentido la investigación interpretativa es una de las mejores bases de las que el investigador-evaluador se puede servir para de una manera independiente tomar decisiones que afecten a su forma de actuar y comportarse, ya que le facilitan las bases para poder interpretar y comprender la realidad en la o las que tiene lugar su trabajo.

La crítica a este paradigma, que podríamos considerar intermedio, por ubicación entre el positivismo (normativo/’científico’) y el crítico (socio- crítico), se recibe desde ambas situaciones. Respecto a las críticas que provienen de los positivistas y neopositivistas, podrían englobarse sobre dos tipos de argumentaciones. 

. a)  Sobre el concepto epistemológico de ciencia, totalmente incompatible entre unos y otros. La incompatibilidad de rango axiológico (unicidad frente a diversidad, la verdad es única, regida por leyes universales ), ontológico (los objetos de investigación son uno, tanto los físicos como los sociales y metodológico (aplicación del método científico por un lado, la multivariedad por otro). Sobre este último extremo se critica el abandono anticipado de los procedimientos de verificación y en despreciar la búsqueda de posibles generalizaciones, así como el no partir de hipótesis por confirmar.

. b)  Sobre los resultados, los normativos aducen que los procedentes de las investigaciones interpretativas son inconsistentes por falta de rigor, no son fiables, porque son inestables e irreproducibles, no son objetivos porque no se basan en la objetividad, la medición y la cuantificación y, en consecuencia, no son científicos. 

martes, 6 de junio de 2017

EL PARADIGMA INTERPRETATIVO

El paradigma interpretativo. 

El paradigma interpretativo acoge bajo esta denominación un conjunto de propuestas, que, a efectos prácticos, pretenden una visión distinta de la ciencia. 

En contra de la ciencia social positiva se encuentran las ciencias hermenéuticas, que se reconocen bajo los dictámenes de paradigma interpretativo cuyas raíces se encuentran en el fenomenologismo de Husserl (1961), la etnometodología de Garfinkel (1967), la hermenéutica de Gadamer (1984), el interaccionismo simbólico de Blumer (1982); la etnografía de Mead y Malinowski y la antropología cognitiva de Goodenough (1971). Estas corrientes potencian el estudio y la comprensión de las acciones humanas y de la vida social. 

La tarea principal de las ciencias interpretativas o hermenéuticas no consiste en construir teorías científicas que puedan comprobarse experimentalmente, sino construir informes interpretativos que capten la inteligibilidad y coherencia de la acción social revelando el significado que tienen para aquellos que las ejecutan. No pretenden encontrar generalizaciones, ya que éstas, lo ha demostrado el positivismo, en el mundo social no son posibles, como mucho “son generalizaciones de naturaleza probabilística. Las generalizaciones se refieren a tendencias generales.” (Dockrell y Hamilton, ).

Los supuestos sobre los que se identifica este paradigma: 
  • La ciencia social es el resultado del conocimiento aportado y aceptado por el hombre obtenido mediante procesos de reflexión, sistematización y rigor que le permiten interpretar y comprender el mundo en el que vive teniendo en cuenta el contexto y las circunstancias que rodean al individuo y a sus realizaciones sociales 
  • La finalidad de la ciencia no ha de ser buscar la única verdad ni encontrar reglas, normas o leyes generales que describan y expliquen el mundo y el comportamiento del mismo mediante relaciones causales sino que lo que debe pretender es interpretar y comprender ese mundo desde la perspectiva del individuo y contando con su presencia activa.
  • El centro de los objetos de estudio no es ajeno al individuo. Tanto el actor de los sucesos a estudiar o investigar como el investigador forman un todo interaccionado.
  • A diferencia del mundo físico, acabado e inalterable en el momento de la investigación, la naturaleza humana es abierta e inacabada, no está ya hecha y por tanto necesitada de explicación sobre lo que es o como opera, sino que lo que ocurre es que se está haciendo en el tiempo y en unas circunstancias a partir de las acciones internas del hombre que interviene sobre lo que se está construyendo, lo cual lo identifica como un actor, como un agente activo, no pasivo.
  • Una de las claves del paradigma interpretativo y del constructivismo radica en la subjetividad como forma de acceso al conocimiento; esto no quiere decir que la objetividad no cuente o no exista, al contrario; el investigador interpretativo la persigue; porque, desde esta perspectiva, construir el conocimiento social e interpretarlo supone penetrar en el mundo personal de los sujetos, en interpretar y comprender cómo éstos interpretan las situaciones y qué significan para él (subjetividad). Lo que busca el investigador es la objetividad de los significados utilizando como criterio de evidencia el acuerdo intersubjetivo entre los implicados en determinados hechos sociales. No es una objetividad de entrada, en la recogida de la información, sino una objetividad de salida. 
  • Es la inducción es método de acceso al conocimiento partiendo del análisis de las intenciones, motivos, razones o creencias que impulsan a los individuos obrar en cuanto que agentes de sus acciones. 

lunes, 5 de junio de 2017

EL PARADIGMA EMPÍRICO (Cont.)

EL PARADIGMA EMPÍRICO (Cont.)

La aplicabilidad de este paradigma, en el mundo educativo queda restringido a descripciones generalizadas de comportamientos, aptitudes, características “medias” de alumnos, profesores, rendimientos, instituciones, uso de recursos o disponibilidad de infraestuctura etc. que pueden ser válidas para conocer las “grandes dimensiones” del sistema y orientar la planificación; pero resulta ser un paradigma “grosero” para tratar de describir , explicar , comprender , o llegar a transformar el reducido y diminuto “mundo” de los centros, por no decir el aula. 

En los dominios de la enseñanza el positivismo investigó con el fin de determinar los niveles de eficacia de las acciones tanto institucionales (escuelas eficaces, Scheerens y Boskers, 1997) como las de los profesores según la perspectiva de los modelos presagio-producto y proceso-producto (Pérez Gómez, 1983, Shulman, 1989) o en el desarrollo de planteamientos predictivos en determinados contextos en los que es relativamente fácil establecer controles y mediciones para realizar sobre ellos estudios de tipo correlacional (Fenstesmacher, 1989) 

No debería confundirse o equiparase positivismo con cuantitativismo, ya que “son en sí dos cosas distintas”, es confundir el todo con una de sus partes, por muy esencial que sea la necesidad de cuantificar para el paradigma, el positivismo es esencialmente un sistema epistemológico y el cuantitativismo es esencialmente un sistema metodológico- técnico

La investigación dentro de este paradigma se puede considerar alejada de los centros y de los profesores, por dos razones evidentes inherentes al paradigma; la investigación debía realizarse por expertos, con fuerte formación –lo cual es coherente y válido- aspecto del cual adolecían la mayoría de los docentes y porque el investigador debía ocupar un lugar “alejado”, no vinculado, del hecho investigado para ser objetivo. 

Los docentes son considerados como ejecutores de buenas prácticas constatadas por los investigadores; los docentes no toman parte en las decisiones sobre cómo desarrollar la docencia. 

Más cercanamente, desde la educación, la crítica proviene básicamente de dos frentes: 

  1. desde la perspectiva filosófica cuestionando algunos de sus postulados como el realismo ingenuo, la existencia de un lenguaje científico universal, la correspondencia entre teoría y verdad, el que todo debe ser cuantificable, la neutralidad del investigador, la toma de decisiones independiente de quien investiga, etc., y 
  2. aquella que proviene de las relaciones entre la teoría y la práctica. Las primeras son coincidentes con lo que un poco más arriba está expuesto, (que darán origen a una visión más interpretativa y comprensiva de lo educativo); las segundas tienen que ver con la práctica cotidiana y la posibilidad de cambio y transformación. 

Para un positivista, al contrario de un no-positivista, teoría y práctica son dos elementos separados (es una “creencia” del positivismo, como también es una creencia el considerar que algo para ser científico debe ser objeto de cuantificación...) así resulta que algo contra lo que se quiere combatir (las creencias) también está comprendido en el positivismo, porque “los paradigmas están informados por todo un complejo de creencias, valores y supuestos previos, estos nunca se explicitan en las teorías producidas por la investigación... las teorías siempre están contaminadas por las creencias y los valores de la comunidad investigadora y siempre son, por consiguiente, productos sociales” (Carr y Kemmis, 1988: 89). 

Se cuestiona que el tipo de relación lineal entre medios y fines propuestos en el enfoque positivista sirva para entender cómo, en educación, finalidades, políticas y métodos están intrínsecamente relacionados; ...“al considerar que las cuestiones de valor sólo pueden referirse a los fines, ignora la peculiar relación que existe entre estos y los medios empleados para alcanzarlos” (Idem, p.: 93). Lo cual tiene una gran repercusión en el modo de entender la relación teoría-práctica. 

Su mayor incidencia y desconexión se advierte al comprobar que las soluciones a los problemas de la educación pueden hallarse sin hacer ninguna referencia a la estructura de pensamiento de quienes y en donde surgen estos problemas; dicho de otro modo, el positivismo ignora los conocimientos, las creencias, los pensamientos teóricos de los practicantes de la enseñanza, sin apreciar de que forma ellos generan y solucionan los problemas, sin analizar sus experiencias. Los hallazgos así conseguidos “y las nuevas teorías que pueda ofrecer tendrán poca validez si no guardan relación con las teorías y la comprensión de los practicantes de la educación... la única misión legítima de una investigación educativa es desarrollar teorías de la práctica educativa que estén arraigadas en las experiencias y situaciones de los practicantes de la educación y que intenten plantearse y resolver los problemas a que tales experiencias y situaciones den lugar” (Carr y Kemmis, 1988: 131). 


Será la única forma de que los docentes comprendan mejor tanto lo que hacen (práctica) como lo que intentan conseguir y de qué forma y bajo que planteamientos(teoría). 

domingo, 4 de junio de 2017

EL PARADIGMA EMPÍRICO

El paradigma empírico 

El paradigma empírico, cuya fundamentación se encuentran en Comte y el positivismo, ha ido adecuándose y transformándose internamente con los años a la luz de sus propias aportaciones, limitaciones y críticas y van apareciendo otras denominaciones, sobre la misma base tales como: el positivismo, el empirismo lógico, el neopositivismo, el racionalismo, el naturalismo, la ciencia social positiva... 

Todos los estudios epistemológicos educativos coinciden en considerar que la teoría general del positivismo mantiene que todo conocimiento científico se basa en la experiencia de los sentidos y sólo puede avanzarse mediante la observación y el experimento, asociados al método científico.

Sus supuestos de partida, siguiendo a Mateo (1999:593), serían: 

    • La teoría debe ser universal, no limitada a un contexto específico o circunstancial. 
    • La ciencia tiene un propósito analítico y sus afirmaciones deben ser independientes de los objetos y valores de las personas. La ciencia es neutra. 
    • El mundo social existe como sistema de variables, que son diferentes e independientes de un sistema interactivo. 
    • El conocimiento debe ser formalizado con variables seleccionadas de manera clara y precisa, así como con conceptos operativizados con unidades de análisis univariantes para establecer variables dependientes e independientes sobre las que se estudia la dependencia mutua y los efectos de su manipulación conjunta. 
    • La estadística tiene una gran importancia como instrumento de interpretación de datos. 
    
El paradigma positivista se apoya en la filosofía realista, defensora de que el mundo se puede captar como es. Mantiene la idea de que el conocimiento de la realidad sólo es posible a través del conocimiento científico. 

Las líneas orientativas que definen este paradigma se fijan especialmente en los siguientes extremos: 

  1. La ciencia debe ser una y la finalidad es encontrar leyes generales, universales que describan y expliquen el mundo en orden a la causalidad 
  2. Seguir los planteamientos especificaciones del método científico (cuidadoso diseño de la investigación, definición operativa y control de variables, medición fiable, tratamiento estadístico de los datos y examen detallado de las evidencias o pruebas). 
  3. Se formulan hipótesis a modo de soluciones a los problemas considerándose confirmadas cuando lo corroboran las estadísticas aplicadas si es que alcanzan determinados niveles de significación. Las hipótesis confirmadas permiten la generalización a las poblaciones de donde proceden las muestras. 
  4. Se presupone la existencia de relaciones simples o complejas entre los elementos teóricos analizados, objetivados y analizados mediante variables, el proceso de investigación, los resultados y las conclusiones de la investigación. 
  5. El investigador y la ciencia se muestran neutrales ante los hechos investigados 
  6. Los resultados obtenidos son independientes del investigador, las investigaciones deben ser replicables; se debería llegar a similares conclusiones en la repetición del experimento por el mismo u otro investigador. 
  7. La investigación en el campo social debe emplear medios generales de investigación similares a los e las ciencias naturales, aplicar y generar instrumentos de recogida de datos objetivos, evitar la subjetividad y no permitir los juicios de valor.