sábado, 10 de junio de 2017

A MODO DE SÍNTESIS

A modo de síntesis

Rara es la obra, si se trata de una publicación sobre investigación educativa de menos de quince años, que no incluya algún cuadro síntesis sobre las características, descriptores sobre los distintos paradigmas, sea esta con finalidad didáctica, comparativa o de divulgación, por ello no vamos a repetirnos.

Tampoco entraremos por ahora en las características metodológicas propiamente dichas, tanto en los parámetros de análisis como en las características para cada uno de los paradigmas, teniendo en cuenta las referencias anteriormente comentadas.

El debate epistemológico no es nuevo, ni se produce sólo en nuestro entorno y en nuestras disciplinas. Ha de pensarse que la educación no es una disciplina con un método, como es la matemática o la física con la lógica demostrativa formal o el método científico, sino que es un campo de trabajo en el que inciden la Psicología, la Antropología, la Sociología o la Economía, la Didáctica o la Organización Escolar, etc. cada una con sus planteamientos e intereses; lo cual hace pensar que cada uno de los supuestos previos de cada una de las ciencias es diferente y también los de sus respectivos investigadores. Por tanto los problemas pueden tener distintas soluciones.

Como decía Khun cada investigador es producto de su propia formación y de los principios de “su ciencia”, de su paradigma, con lo cual su posicionamiento y manera de manifestarlo, es debido, tanto o más, a sus características psicológicas que sustentado en razones y convicciones intelectuales. En consecuencia el investigador serio y riguroso debe poseer la actitud de respeto a la inteligencia y competencia de otros investigadores y no caer en la beligerancia o en el descrédito de todo y de quienes no participan de sus propias convicciones. No ha de olvidarse que el investigador, y más en Ciencias Sociales, es un elemento, una variable, o una circunstancia que afecta al objeto investigado o evaluado.

Ya Bartolomé (1992) nos presentaba la cuestión en los siguientes términos: “no se vislumbra, al menos por ahora, la existencia de un solo paradigma, ni siguiera, circunscribiéndonos a la metodología cualitativa; mas bien reconocemos un pluralismo de enfoques que son consecuencia, no tanto de las estrategias utilizadas para acercarse a la realidad (que son muy similares) ni de la concepción del objeto de estudio (en estos autores la realidad aparece como construida y tiende a abordarse desde una perspectiva holística) sino de la finalidad de la investigación (comprender; construir una teoría, establecer relaciones consistentes; transformar la práctica, valorar un proceso) de los niveles de identificación entre investigador, investigados e informantes clave, de los criterios de cientificidad que se utilizan de las tradiciones disciplinares, ideológicas o de grupos de científicos que las sustentan”.

Veinte años más tarde, la situación parece haberse clarificado algo, al menos respecto al enfrentamiento, competitividad, exclusividad científica o lucha paradigmática.

 “Una vigorosa actividad investigadora o, por emplear un término menos pretencioso, una investigación sobre la enseñanza y el aprendizaje, agudiza la reflexión, orienta la atención hacia las cuestiones importantes, aclara los problemas, estimula el debate y el intercambio de opiniones y profundiza así el entendimiento, impide la calcificación del pensamiento, promueve la flexibilidad y la adaptación ante unas exigencias cambiantes. La investigación de este tipo aspira a incrementar la capacidad de resolución de problemas del sistema de educación más que a proporcionar respuestas definitivas a los interrogantes o pruebas objetivas que zanjen controversias” (Dockrell y Hamilton, 1983).

A lo cual podría añadirse, en este momento del discurso, que la investigación educativa debería actuar bajo esa directriz, independientemente del paradigma bajo el que se actúe; lo cual no significa ignorarlos, pero tampoco reverenciarlos. La educación tiene muchos problemas de muy diversa índole, con lo cual cualquier enfoque investigador puede adecuarse, tener cabida y, desde su óptica y desde su utilidad y desde su aplicabilidad puede ser legítimo su enfoque; la realidad educativa es tan múltiple, polifacética y diversa, que cada uno en su ámbito, el más próximo, el más afín, o el más adecuado tiene grandes posibilidades. Es un problema de coherencia.

Coherencia entre finalidad de la investigación, propósitos de la misma (objetivos, hipótesis, intencionalidad), el ámbito de aplicación (objeto de estudio y utilidad posterior) y técnicas, instrumentos, procesos y medios disponibles (metodología).

El posicionamiento actual gira alrededor de tres argumentaciones o “creencias” que han sido presentadas, analizadas, comentadas o resumidas, desde el punto de vista de la investigación educativa.

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