miércoles, 17 de mayo de 2017

B) EL FORMADOR DE FORMACIÓN OCUPACIONAL

B)  EL FORMADOR DE FORMACIÓN OCUPACIONAL
En este caso, existe mayor heterogeneidad entre los profesionales que desarrollan su actividad, por cuanto también es más diferencial su marco de acción, sobre todo en formación ocupacional continua y las exigencias de titulación. Proliferan diferentes instituciones que se ocupan de la formación, tanto públicas como privadas, centros de formación y centros de trabajo (formación en la empresa), no existiendo un marco normativo uniformador de competencias y funciones, de acceso, de condiciones sociolaborales, de cualificación, etc., excepto en algunos casos concretos de la formación en las instituciones denominadas "Escuelas Taller" (legislación de 1993), al ser estas no formales, pero regladas de acuerdo a normativa del Ministerio de Trabajo o de la Consejería de la Comunidad Autónoma concreta.. 

Quizá el ejemplo más uniformizador sea el caso del INEM (aunque han sido transferidas algunas de sus competencias a las Comunidades Autónomas, lo cual hace prever algunas modificaciones) que opera con cuatro tipos de profesionales:
Personal enseñante: Se trata de funcionarios con diferente titulación inicial (diploma de FP-II, diplomado o licenciados universitarios) que imparten docencia acerca de su propia especialidad.
Maestros de taller: con cualificación según la especialidad. Son especialistas de un dominio particular y son reclutados por concurso público.
Personal de centros asociados o entidades colaboradoras: Se trata de profesionales con titulación media o superior, que pueden ser reclutados para unas determinadas acciones formativas o también con carácter permanente. Dependen orgánicamente del centro asociado.
Expertos con contrato (temporal): Ejercen la misma función que el personal enseñante, no tienen carácter permanente y dispensan una formación puntual en un dominio especializado.

Ni que decir tiene que la presencia de cada uno de estos tipos de profesionales, tanto en formación inicial como continua, varía, proliferando mayoritariamente el grupo de profesionales de entidades colaboradoras o centros asociados, siendo poco relevantes los formadores con contrato laboral indefinido del INEM. Remitiéndonos exclusivamente a las estadísticas del propio INEM se puede evidenciar lo dicho. 

También hay dentro del sector público formadores ocupacionales en los ámbitos de las Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, Diputaciones, etc. con funciones similares a las descritas y con contratos indefinidos (funcionarios) o temporales (provisionales). 


Hoy día es preciso hacer este estudio en cada Comunidad Autónoma, dado el carácter “autónomo”. Sin embargo, estas ideas expuestas tienen una intencionalidad de generalización. 

La tendencia, en cualquier caso, es la contratación temporal, con lo cual se origina una serie de problemas asociados a ella como: la estabilidad y el futuro profesional de los formadores, que ahora obviamos. 

En el ámbito privado, la proliferación de formadores da pie también a un análisis pormenorizado sobre el particular con el riesgo de tender al infinito. La variedad es tan amplia que cualquier descripción generaría más confusión que claridad, pudiendo caer en el anecdotismo, sobre todo en el ámbito de la formación continua. De ahí que renunciemos, en este ámbito, a profundizar más. 

No obstante conviene, por su incidencia, al menos plantear algunas de las características personales y competenciales de estos profesionales. De hecho, como se deriva de los diferentes informes relativos a formadores de centros de formación y centros de trabajo (empresa) en diferentes países de la Comunidad Europea, este colectivo tiene una edad media relativamente baja (franja entre 30-40 años), lo cual indica cierto equilibrio entre una experiencia profesional (15 años de promedio). Esto les permite dominar perfectamente su especialidad, y una relación con los jóvenes en formación, de manera que es capaz de comunicarse eficazmente con ellos, instaurándose una cierta relación de autoridad “natural”, fundamentada sobre el reconocimiento de su saber técnico más que en su edad. Este mismo intervalo de edad es representativo de una población de obreros trabajadores especializados o de técnicos que dominan perfectamente su especialidad y que le sitúan en un momento transitorio de su carrera profesional. Además, la misión que se les encarga de formación, implica una "remotivación", un nuevo interés de desarrollo profesional laboral, por cuanto la necesidad de comunicarse con los destinatarios de la formación, tomar contacto con las cualificaciones nuevas, con un nuevo contenido de formación técnica, les da una oportunidad de mantener su “saber hacer” técnico, a la par que les proporciona una apertura a la incorporación de cambios (incorporación de las nuevas tecnologías).

Cuentan todos con una formación específica en el ámbito pedagógico recibida en el propio centro de trabajo o en centros de formación (cursos de formación de formadores de distinta índole, desde 50 hasta 500 horas), además de disponer de un nivel de titulación elevado (mayoritariamente universitario). 

A pesar de lo expuesto, hay que recalcar que su dedicación a las tareas formativas es puntual o por períodos sujetos a las necesidades de formación de la institución, lo que indica, de un lado, la complementariedad entre formación y actividad laboral, además de una cierta inestabilidad en el puesto de trabajo, al depender de contratos temporales para la misma. Esto provoca una vuelta a nuevas o anteriores actividades profesionales. Quiere ello decir que no existen plantillas fijas de formadores, sobre todo en los centros de trabajo, aunque pueden encontrarse un porcentaje significativo en los centros de formación. De ahí que también su futuro profesional pueda estar o no en el campo profesional de la formación. 

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