martes, 16 de mayo de 2017

EL FORMADOR DE FORMACIÓN PROFESIONAL

A) EL FORMADOR DE FORMACIÓN PROFESIONAL: 
Estos profesionales están dedicados a impartir la docencia en la Formación Profesional dentro del Sistema Educativo. No debemos olvidar, de momento, que el marco normativo de la LOGSE es el referente general común para el conjunto de las Comunidades Autónomas del Estado; que el mismo marca las condiciones laborales y salariales de los profesionales de la formación, así como de acceso, selección o reclutamiento, de acción, de cualificación, y que da pie a una determinada tipología de profesionales (Durán Herrera, 1995). También pueden evidenciarse algunas diferencias entre los mismos de acuerdo al sector público o privado de la formación.


En el primer caso, el sector público, los formadores deben estar en posesión de una titulación universitaria (diplomado o licenciado) o superior (Formación Profesional de grado superior), correspondiente al nivel y la materia a impartir, además de superar el pertinente concurso público para ser formadores definitivos (funcionarios), aunque también existen formadores provisionales, denominados “interinos”. En ambos casos, la dedicación es con dedicación exclusiva, lo que impide combinar su actividad en el sistema educativo con otra actividad remunerada (incompatibilidad).

Según el tipo de enseñanza que imparten, se pueden agrupar en formadores de clases teóricas, técnicas y prácticas. Las dos primeras categorías exigen titulaciones superiores (diplomatura, formación profesional de grado superior o licenciatura), mientras que los formadores de clases prácticas (maestros de taller) pueden ejercer con una titulación media. 

En el caso de la enseñanza privada, los niveles de titulación, categorías profesionales y funciones son similares. La diferencia sólo la podemos encontrar en los sistemas de acceso y reclutamiento y en las condiciones sociolaborales. 


En ambos casos, la tradicional separación entre el centro de formación y el lugar de trabajo, como ya hemos insinuado por su falta de experiencia empresarial, pone en duda su auténtica especialización, lo cual constituye, en muchos casos, una barrera que impide la innovación, el acceso a nuevas concepciones, a las técnicas o a los procedimientos. Afortunadamente, la tendencia a establecer relaciones entre el mundo estrictamente educativo (escolar) y el laboral va en aumento y lo mismo podría decirse de la preparación o preocupación por cuestiones pedagógicas, ya sean didácticas, organizativas o de orientación educativa. 

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