lunes, 15 de mayo de 2017

LOS FORMADORES COMO PROFESORES

2.2. Los formadores como instructores, enseñantes o profesores.
Al igual que el colectivo anterior, este grupo se caracteriza también por su heterogeneidad, pero a la vez existen criterios competenciales similares para su agrupamiento o clasificación. 


De manera que podemos encontrar ciertas similitudes entre los distintos subgrupos posibles de acuerdo a formación reglada o no reglada, carácter público o privado de la formación, dedicación completa o parcial y sistema contractual (funcionario, fijo, contrato temporal, etc.), así como de acuerdo al sistema de acceso, selección y estabilidad profesional.


En todo caso, hay que significar que es el grupo mejor caracterizado ya que su incidencia se manifiesta en la formación inicial reglada (Formación Profesional).
Estos profesionales son los encargados de realizar la formación propiamente dicha. En este sentido se puede considerar que son los actores claves de la programación, proceso y evaluación de acciones formativas. Se trata de un conjunto de personas que han adquirido, bien sea a través de la experiencia profesional o a través de la formación inicial, toda una serie de competencias pedagógicas en un dominio técnico, aunque poseen escasa o nula experiencia empresarial, lo que pone en duda su auténtica especialización. En la mayoría de los países, este colectivo está constituido por los profesores que imparten los aspectos teórico-técnicos-prácticos y se dedican mayoritariamente a la docencia.
Como ya hemos indicado, ha de moverse en el ámbito de la planificación, desarrollo y evaluación de procesos de enseñanza-aprendizaje desde una óptica microdidáctica. En este sentido, no existirían diferencias entre los distintos profesionales dentro y fuera del sistema educativo (formal y no formal, formación reglada y no reglada). 

2.2.1. Tipología y características generales
En la caracterización de este colectivo, vamos a partir, como ya hemos indicado, de la diferenciación entre formación profesional y formación ocupacional, sin renunciar por ello a los puntos de contacto y las similitudes funcionales y competenciales que puedan evidenciarse entre los mismos. 

De todos modos, esta diferencia no es esencial, sino que se plantea como diferencia de grado para ayudar a la interpretación de las competencias de modo más unívoco. 


Para una mejor ubicación, partimos en este análisis del caso español, al que le iremos añadiendo informaciones relativas a otros países según necesidades. 

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